Terapia de Quelación en Medellín

Es una opción de medicina preventiva, que consiste en atrapar con uno o varios medicamentos quelantes o sea medicamentos tenaza, las sustancias que intervienen en el endurecimiento arterial y los metales pesados.

Existen varias alternativas para realizarla por vía venosa.
• Una es con EDTA, un medicamento que contiene aminoácidos, Unidos a magnesio, vitamina c y piridoxina, una vitamina del complejo B. Todo esto, en bolsa de solución salina normal.
• Opción biológica: Solución salina normal, Quelodib, Constelación de Oligoelementos y mezcla opcional con: Vitamina C, Procaína al 1 % sin epinefrina y complejo B. Apoyar con Quelodib tabletas o Quelodib gotas
Se trata de un novedosa terapia de Quelación bioenergética de desintoxicación extracelular e intracelular, es la alternativa natural e inteligente para eliminar toxicidades del torrente sanguíneo, previene y corrige problemas cardiacos, colesterol (LDL y HDL), triglicéridos, enfermedades arterioescleróticas, colagenosis, hipercolesterolemia e hiperlipidemia, diabetes, coronariopatias y artritis reumatoidea.

• Existe una segunda opción biológica que consiste en el uso de supositorios, para continuar la quelación en casa después de la terapia inicial en el consultorio.

Para comprender el valor de la terapia de quelación, es necesario conocer su poder frente a radicales libres y metales pesados que crean obstrucciones en órganos y tejidos de nuestro organismo y producen dolores y rigidez, disminución en el flujo sanguíneo y por lo tanto, dificultades circulatorias desde la formación de un coágulo hasta infartos. Estos radicales libres unidos a los metales pesados, se van instalando en las paredes de los tejidos y todo esto se traduce en envejecimiento, muchas veces prematuro que no solo produce una apariencia marchita, sino que causa los molestos síntomas de una vejez mal programada y esto, a veces a edades tempranas.
Surge la pregunta de cómo se instalan dentro de los tejidos los metales pesados y cómo el calcio tan esencial para nuestro organismo, resulta construyendo cálculos y placas que amenazan la vida.
Pues bien, Con pena y tristeza podemos admitir que nuestro ambiente es tóxico. Muchas de las sustancias que nos rodean pueden llegar a ser radicales libres. Un fenómeno que conocemos es la oxidación de una manzana partida y expuesta al medio ambiente. Esto mismo sucede en nuestro organismo cuando entra una de esas moléculas y se instala allí. Para que se forme en nuestro cuerpo un radical libre, se requiere de tres elementos:
• Una molécula estable
• Oxígeno con sus 2 electrones
• Un átomo de calcio o de algún metal
Cuando se unen los tres factores antes mencionados, el oxígeno se encuentra con una molécula estable y trata de robarle un electrón, pero él por sí solo, no puede hacerlo. Necesita que entre a la escena, el calcio o un metal y en su proximidad, el electrón de la molécula estable es desprendido. Así, la molécula se convierte en inestable y como un carrito que tiene 2 ruedas y andando a toda velocidad pierde una de ellas, pierde el control y choca contra la pared de algún tejido, destruyendo la célula impactada y formando verdaderos cráteres.
Existen aquí fenómenos que se deben comprender, como el ingreso de metales tóxicos a conformar tejidos y la acumulación nociva del calcio en nuestro organismo. Es sorprendente que los metales tóxicos se instalen en el organismo, así que este fenómeno se explica de la siguiente manera: Estos metales tóxicos se parecen a sustancias nutricias. Por su medida atómica y configuración, el cuerpo los toma como tales.
Pues bien, en el ambiente hay Mercurio que queda en el agua por prácticas mineras y por la fuga desde las amalgamas (rellenadores dentales), que hoy es común y se han hecho estudios que demuestran que cada rellenador libera al cuerpo hasta 17 microgamos de mercurio por día. Además lo tenemos en pegamentos, filtros de aire acondicionado, cosméticos, suavizantes de telas, fileltros y pulidores de pisos., laxativos, mariscos, talco y tatuajes. Hace 150 años, los únicos expuestos al mercurio, eran los fabricantes de sombreros de fieltro. Este contacto permanente, dañaba sus cerebros y los llevaba lentamente a la locura. El plomo, se encuentra en chocolate, comida enlatada, cosméticos, cremas desmanchadoras para la piel y cremas depilatorias, periódico, baterías, gasolina, insecticidas, cerámica y tubería soldada. Además en pinturas industriales. El arsénico en humo de cigarrillo, detergentes de ropa, cerveza, mariscos, vino y agua de beber. El Cadmio en refrescos, humo de cigarrillo, suavizantes de ropa, hule, aceite de motor, plaguicidas, fungicidas, alfombras, cremas pulidoras de plata, plásticos. El Uranio, elemento radiactivo, ha quedado disperso después de las detonaciones nucleares, que desde Iroshima hasta nuestros días ya han sido bastantes y en las guerras está siendo usado en cantidades sin compasión para todos los seres de este planeta. Solo en la guerra de Irak, se usaron más de 2000 tonenaladas y sobra decir que el polvo tóxico de uranio queda adherido a la ropa y viaja supendido en el aire, viajando de extremo a extremo del planeta. El Aliminio, Se utiliza en las plantas de mantenimiento de agua, en el proceso de floculación, mediante el cual atrapan la tierra que naturalmente viene con la tiera; está presente en algunos desodorantes antitranspirantes, atrapando las toxinas para que no salgan con el sudor. Así ellas van directamente al ganglio axilar y recorren nuestro cuerpo por la linfa. Los bebés lo ingieren en la leche materna, está en polvos para hornear, dentífricos de higiene para niños y adultos. Además se desprende de ollas y sartenes. El Níquel, es desprendido por cuchillería de acero inoxidable, ollas, sartrenes, monedas, rellenadores dentales y baterías.
Después de ingresar al cuerpo, el organismo es engañado, por así decirlo, asimilando el plomo en vez del calcio; el cadmio en vez del zinc; aluminio, níquel y Uranio en vez del magnesio y mercurio en vez de selenio, cuya necesidad es inmensa para mantener la salud del sistema nervioso.
Como resultado de esa intoxicación silenciosa y constante, aparecen males que van acabando con la salud y la vida. Los siguientes son algunos de los daños:
• Arsénico: Se acumula en riñones, hígado y pulmones, produciendo dolores de cabeza, confusión mental y fatiga.
• Aluminio: Se acumula en piel, huesos y riñones, produciendo Alzaimer, pérdida de memoria, afasia, ataxia, convulsiones. Cuando va por sangre, recoge a su paso células sanguíneas rojas y blancas, anticuerpos y otros elementos de la defensa de nuestros organismos, produciendo anemia, desórdenes inmunológicos e infartos cardíacos.
• Cadmio: Se acumula en próstata, riñones y ojos. Por su acumulación, puede aparecer fatiga, aumento de presión sanguínea, edema, pérdida de pelo e impotencia.
• Mercurio: Se acumula en cerebro, sistema nervioso, riñones y glándulas endocrinas. Es uno de los más letales venenos que tenemos contaminando nuestros cuerpos. Puede causar pérdida de memoria, depresión, desórdenes del sistema inmunológico, anemia, ataques cardíacos, entre otros. Cuando el mercurio se pone en contacto con el tejido nervioso, puede derretir la cubierta de mielina de los nervios, marchitándolos en cuestión de segundos.
• Níquel: Presente en cuchillos de acero inoxidable, ollas y sartenes, monedas, rellenadores dentales y baterías. Todos nos exponemos a este metal en cada comida, pues salen trazas de níquel que se acumulan en huesos, riñones, hígado, pulmones, sistema inmunológico, senos nasales y cerebro, donde causa enfermedades genéticas y cáncer. Una de las principales dolencias que produce, son enfermedades de la piel. Las enfermedades crónicas de la piel hoy, tienen oculta una intoxicación crónica por níquel. Por lo tanto para conseguir resultados en su tratamiento, este tóxico letal ha de ser removido.
• Plomo: Se acumula en el cerebro, huesos, riñones, Bazo. Lo peor que produce, es alteración del comportamiento y la inteligencia. Por cada 30 microgramos de plomo circulando en nuestro sistema sanguíneo, podemos esperar 10 puntos de caída en nuestro coeficiente intelectual. También disminuye la habilidad para tratar con nuevos ambientes y situaciones sociales.
El daño causado por el calcio, debe ser tratado como tema aparte, pues es un mineral esencial para la formación y el mantenimiento de huesos y dientes. Mientras se mantenga allí haciendo su trabajo y el organismo esté ejerciendo las funciones adecuadas de extraerlo mediante la paratiroides cuando se requiere para alguna función orgánica habitual como la producción de leche o la coagulación sanguínea en un estado de emergencia, todo va muy bien. El calcio continúa ingresando al organismo mediante la dieta y será puesto de nuevo en su sitio. El caos causado por el calcio, radica en la disminución de sus depósitos en huesos y dientes y una localización anormal en músculos, causando su endurecimiento, tensión muscular y la dolorosa fibromialgia y en riñones, hígado y vesícula biliar formando piedaras. Aunque lo anterior va produciendo gran deterioro orgánico, la localización más mortal, es dentro de las arterias, formando placas ateromatosas compuestas por calcio y grasa acumulados sobre el tejido dañado por los radicales libres y la inadecuada nutrición.

De lo anterior, se deduce que estamos expuestos a metales tóxicos por el hecho de respirar, comer, beber agua o usar cosméticos. Que la historia bélica de nuestro planeta ha logrado afectar generaciones muchos años después y que lograr el bienestar y la salud tan anhelados, requiere limpiar nuestros propios cuerpos, para evitar la proliferación de las nocivas capas destructoras de tejido en nuestro organismo. Por tal motivo, la terapia de quelación es fundamental si se aspira a llevar una vida saludable y reducir los efectos del paso del tiempo.